-El
habito es la antítesis de la imaginación creadora.
-De
la alondra: “tu cantas, luego tu vuelas”.
-La
trama y la urdimbre, el maestro y el aprendiz. No existen el uno
sin
el otro, los dos son un en la acción de aprender.
-Mis
más grandes maestros: Mis hijos y mis alumnos.
-Cuando
el aprendizaje conlleva dolor, el resultado se incapacita
para
el gozo.
-Los
órganos de los sentidos, como las palabras, son al mismo
tiempo
obstáculos e instrumentos del conocimiento.
-El
número uno es el alma del error.
-La
imprecisión rítmica elimina la mayor parte de la acción
fisiológica
de
la música.
-Solo
hay dos clases de música: música de baile y música sacra y me
cuesta
pensarlas
separadas.
-También
está la que se hace para la guerra, para embrutecer, pero a esa
prefiero
no
llamarla música.
-El
dogmatismo es el fundamento mismo de la ignorancia.
-La
idea de “aprender” (agarrar, coger) la música es absurda, se
contradice con la
propia
naturaleza del sonido...
-Lo
que sí podemos es agregarnos a ella, bañarnos en sus aguas..
-Introducirse
en el aprendizaje de la música a través de la escritura es tan
absurdo
como
pretender que nuestros hijos aprendan a escribir antes de a hablar.
-La
música ha tenido funciones medicinales y religiosas, a menudo
entrelazadas,
a
lo largo de toda la humanidad. Solo a partir del clasicismo se ha
pretendido
separarla
de estas funciones que en verdad le son innatas.
-Que
raro interesarse por la música y no interesarse por la fabricación
de los
instrumentos
y el sonido.
-En
el océano de la música, desprendidos de nuestro ego, conectamos
con la
realidad
última (no importa como oyentes o ejecutantes).
-El
clasicismo y el romanticismo (valores imperantes hoy) en su
exaltación del
individuo,
del genio, fomentan una gran contradicción con lo expresado antes.